La filosofía
Premisa
Nova Somor srl desea desempeñar, tal y como se expresa en nuestro manifiesto, también un papel cultural, encaminado a favorecer el cambio y la toma de conciencia de las personas para un mundo en el que se derrocha menos energía. Así pues, nos parece oportuno explicar los principios de nuestra tecnología de la forma más sencilla y comprensible posible, tanto para nuestros clientes como para cualquiera que desee saber y entender.
A lo largo de los años se ha perdido de vista el valor de la energía, que sustituye tanto trabajo físico, y qué difícil es producirla, especialmente la energía eléctrica. Lo damos por descontado y proyectamos continuamente nuevos productos y máquinas que no tienen en cuenta dicha dificultad y que por tanto derrochan. Para entender bien de qué estamos hablamos, en el caso de la energía eléctrica debemos imaginar la equivalencia del Wh (vatio-hora) transformado en trabajo útil. Un solo Wh equivale al esfuerzo necesario para llevar 5 sacos de 25 kg de peso cada uno al piso de arriba, o bien a levantar un metro 360 kg de peso. Así que el famoso kilovatio-hora (1000 Wh) equivale a levantar 1 m nada menos que 360 toneladas de peso. ¡Y nosotros lo pagamos unos 20 céntimos de euro! Solo para cargar la batería de nuestro teléfono móvil empleamos más de 7 Wh. Si tuviéramos que producir «físicamente» dicha energía, ¡deberíamos llevar al piso de arriba, a hombros, 35 sacos de 25 kg cada vez que cargamos el móvil!
Por ello nuestros productos no están alimentados por la energía eléctrica y no tienen en su interior ningún componente eléctrico. Nos facilitaría la vida usar la electricidad, pero de este modo nos encerraríamos en un círculo vicioso sin fin, el que multiplica los pasos entrópicos y por tanto el derroche. En cambio, en Nova Somar srl, construyendo máquinas que durante la fase de uso no consumen energía fósil o eléctrica, pensamos dar una contribución positiva al cambio que se está llevando a cabo. Es un ejemplo concreto de bioeconomía, es decir, la ciencia ideada en los años 70 por Nicholas Georgescu Roegen, que intenta dejar algo más a las generaciones futuras y limitar desde ya mismo las emisiones de gases que alteran el clima.
UNA IDEA GENIAL EN LOS AÑOS 20 DEL SIGLO XX
La inteligencia de hombres como Dornig, D’Amelio, Gasperini y otros italianos que hicieron la historia de la termodinámica a baja temperatura, fue la de pensar en un uso nuevo de los que se clasifican como «gases volátiles». Hasta entonces dichos gases habían sido usados predominantemente en sistemas frigoríficos, especialmente para la producción de hielo. Nuestros pioneros, en cambio, pensaron que invirtiendo el ciclo habrían podido obtener un motor. Y no solo para el levantamiento de aguas: Mario Dornig, por ejemplo, proyectó centrales eléctricas flotantes de más de 100mW para anclar en el mar como enormes boyas en aguas tropicales. Dichas ideas se rescatan en la actualidad y se actualizan en proyectos como el O.T.E.C. (Ocean Thermal Energy Conversion).
Los gases volátiles (de alta tensión de vapor) se utilizan aún hoy habitualmente en los frigoríficos por su capacidad de generar frío durante el ciclo termodinámico. Uno de ellos, por ejemplo, es el butano, que se emplea para cargar mecheros. Os habrá pasado, al cargar un mechero, que se pierde un poco de gas en el aire congelando inmediatamente las superficies con las que entra en contacto. Lo mismo ocurre con el frigorífico: el gas se comprime en un serpentín colocado en el exterior, y durante esta fase se sobrecalienta (por ello detrás del frigorífico a menudo hay calor) y se convierte en líquido. Luego se deja evaporar en otros serpentines que están dentro del frigorífico. Para poder evaporar el gas absorbe mucho calor y por tanto genera frío. En resumen, usamos un motor eléctrico para comprimir mecánicamente un gas volátil y explotar todas sus características termodinámicas peculiares para obtener frío. Las bombas de calor funcionan exactamente igual, pero puesto que el objetivo de este tipo de máquina es el de crear calor para la casa o para el agua caliente, esta vez en el intercambio es el frío el que se elimina, hacia el exterior de la casa.
Para crear un motor termodinámico de baja temperatura, hay que invertir la forma de utilizar los gases volátiles. Como hizo en su época Daniele Gasperini con su bomba «Elio Dinamic» y posteriormente en los años 50 con SOMOR, se pone un gas específico condensado en contacto con el calor producido por el sol u otra fuente que lo desperdicie (de ahí el término de «motor de calor perdido»), como hace por ejemplo cualquier motor endotérmico que necesite un radiador para no fundir. El gas recalentado se expande y genera vapor capaz de mover un pistón y de accionar un motor. Pero, para completarse, el ciclo termodinámico necesita que el gas vaporizado, en cuanto haga su trabajo, se enfríe rápidamente y se condense para poder ser de nuevo recalentado. Para esta fase se utiliza el agua levantada del pozo, que sube a una temperatura bastante baja como para permitir este uso. Se puede obtener este excelente resultado, tanto en términos de costes como de bioeconomía (nada de condensadores ni evaporadores eléctricos), solo cuando el calor y el frío estén disponibles gratuitamente.
Además de levantar agua de pozos, lagos y canales, el sector de la náutica es especialmente interesante, ya que, también en este caso la presencia de agua de mar o de lago, apta para generar frío, en combinación con el calor disperso de los motores o bien obtenido gracias a la irradiación solar, ofrece la posibilidad de crear el «delta T» necesario para la realización de los ciclos termodinámicos necesarios.
ACTUALIZACIÓN DE LAS TECNOLOGÍAS Y SOLUCIONES INNOVADORAS
Los principios de la termodinámica son conocidos desde hace tiempo y son fáciles de entender, pero su utilización práctica se enfrenta a diferentes problemáticas de carácter técnico. Entre los años 30 y 50, Gasperini utilizó los materiales y las soluciones técnicas disponibles entonces de manera genial. SOMOR llegó a producir un motor solar de notables dimensiones que, combinado con un bomba hidráulica Lariom, podía levantar desde 10 m de profundidad nada menos que 64.000 litros de agua por hora.
Hoy tenemos gases más eficaces y mucho menos tóxicos, materiales de mayor rendimiento y más ligeros y colectores solares más eficientes, y por tanto podemos hacerlo mucho mejor. Pero, además de esto, en Nova Somor srl utilizamos soluciones tecnológicas innovadoras, tanto mecánicas como hidráulicas, que hacen que nuestras máquinas ofrezcan mayores prestaciones y sean más competitivas. Somos capaces de competir tanto con soluciones ya maduras que utilizan energía «no gratuita» como con máquinas eléctricas equivalentes alimentadas con energía fotovoltaica. Además de por unas buenas prestaciones, apostamos por simplificar los procesos de producción y los productos en sí mismos y facilitar el mantenimiento y la reparabilidad de las máquinas para disminuir los costes y minimizar el impacto ambiental a lo largo de su ciclo de vida.